Tras diez años de la crisis financiera, ¿se avecina otra?


 La economía global crece a buen ritmo. El desempleo toca mínimos históricos en Estados Unidos, Japón, Alemania y Reino Unido. Los bancos se fortalecieron y vuelven a prestar, la inversión repunta y las bolsas encadenan un largo periodo de alzas. 



Diez años después del estallido de la crisis la deuda ha alcanzado límites históricos. La gran cantidad de dinero prestado se ha visto incentivado por los bajos tipos de interés, sin embargo, después de un largo período, el anuncio de subir los tipos ha creado nerviosismo en el mercado. Entre las amenazas que se vislumbran, la más apremiante es la guerra comercial, esto sin contemplar otros aspectos como la subida del precio del petroleo, el auge de líderes populistas y, para el caso de Europa el Brexit y los planes de gobierno de Italia. 

 La deuda de los estados, las familias y las empresas no financieras ya duplica el valor de la actividad el valor de la actividad económica a escala mundial (128 billones de euros, según el FMI). Economías del G20, las más robustas, han alcanzado una deuda superior a los 114 billones de euros, equivalente al 235% del Producto Interior Bruto (PIB). En escala global esta deuda representa el 225% del PIB mundial.

Diez años después del inicio de la crisis se espera otra sacudida más, ocasionada esta vez por la falta de liquidez. El motor de la economía no pudo soportar el exceso de combustible, encontrándose ahora seco al destinar gran parte de los ingresos en la devolución de los préstamos. La creciente fortaleza del dólar y las subidas de los tipos decretadas por la Reserva Federal de EE.UU. aprietan las tuercas a las economías emergentes, muy dependientes de capital extranjero.

 Estos países se beneficiaron de un aluvión de dólares en la época del dinero ultrabarato, y ahora ven que las cosas se complican. Hace tiempo que se sabe que esa política tenía fecha de caducidad, pero las tensiones salen ahora a flote. Un síntoma esperanzador es que, por ahora, el contagio de los problemas de Argentina y Turquía a otros países en desarrollo ha sido muy limitado.

Fuente: (El Tiempo, 2018)


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